Más de 35,5 millones de niños y niñas en el mundo se han visto obligados a abandonar su país convirtiéndose en niños y niñas refugiados y desplazados. Luchan cada día por recuperar su infancia.
Ghada es una de esas niñas, a sus 13 años tuvo que huir con su familia al Líbano a causa del conflicto en su país, Siria, del que más de 12 millones de personas se han visto obligadas a escapar. Es el mayor éxodo de refugiados y desplazados de nuestra era
Muchas de estas personas están llegando a Europa, provenientes tanto de Siria, como de otros países como Afganistán, Somalia o Eritrea huyendo de las guerras que viven sus países. Se contabilizan alrededor de 340.000 personas refugiadas, de las que se calcula que el 30% son menores.
En África más de 25 millones de personas han sido desplazadas por los conflictos armados.
Tan solo en Sudán del Sur, más de un millón de niños y niñas no han conocido otra realidad que la de las zonas de desplazamiento y los campos de refugiados
La situación en Sudán del Sur es crítica, en 2013, dos años después de su emancipación, comenzó una guerra civil que continúa hasta nuestros días y que se complejiza por el control de los recursos naturales, concretamente, el petróleo.
Ya son más de 2 MILLONES LAS PERSONAS QUE SE HAN VISTO OBLIGADAS A HUIR: 500.000 han podido cruzar la frontera hacia países vecinos y 1,5 millones continúan en el país como desplazados internos.
Las consecuencias son terribles: reclutamiento de niños y niñas soldado, violencia, pobreza, recursos limitados, infraestructuras casi inexistentes… La supervivencia es muy dura y difícil, y las personas afectadas por el desplazamiento viven bajo la continua amenaza de la hambruna.
18 países en el mundo siguen reclutando menores para la guerra. No sólo Siria y República Centroafricana, donde el conflicto se recrudece, sino también Afganistán, Colombia, Costa de Marfil, Filipinas, Irak, Líbano, Mali, Nigeria, Myanmar, Pakistán, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, República Democrática del Congo, Tailandia y Yemen.
La violencia tarda décadas en superarse. En países como Colombia aún hoy se sigue armando a niños y niñas para la guerrilla y los grupos paramilitares
Los conflictos armados tienen un impacto devastador en las vidas y en la educación de los niños y niñas. Además del terrible coste en vidas humanas, provocan miedo, inseguridad, absentismo y destrucción del material y de las infraestructuras. Dañan el sistema educativo de un país y generaciones enteras corren el riesgo de no acceder nunca a una educación de calidad.
Sin educación, los niños y niñas se ven expuestos a agresiones, abusos y raptos y no cuentan con la información suficiente para acceder a servicios de salud o alimentos, lo que pone en riesgo su vida. Además, se ven privados de espacios de ocio y encuentro con otros niños y niñas, fundamentales para su desarrollo y para fomentar en ellos valores de tolerancia, igualdad y respeto.
Todos estos niños y niñas tienen derecho a ir a la escuela, a jugar en libertad, a ser esperanza para construir la paz.
ENTRECULTURAS trabaja junto al Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) acompañando, sirviendo y defendiendo los derechos de los niños y niñas refugiados y desplazados forzosos. Promoviendo programas de escolarización que les permiten contar con todo lo necesario para poder aprender, que les devuelve la ilusión, la infancia perdida. Donde recuperan su derecho a jugar.